Trabajo individual con un objetivo común.
Leyendo un estudio acerca de las propiedades del propóleo no puedo dejar de asombrarme, una vez más, del comportamiento humano.
En plena pandemia del covid19 la higiene se ha impuesto de forma necesaria y obligatoria para proteger a la población: geles hidroalcohólicos y alfombrillas desinfectantes adornan las entradas de lugares públicos.
Hemos descubierto que la seguridad del grupo tiene un coste elevado, y la velocidad de transmisión de lo que sea, en este caso un maldito virus, aumenta en la misma medida que la densidad de población. En este caso estar juntos nos hace más vulnerables, formamos una colonia mal organizada.
Si no hubiéramos perdido la capacidad de observación, mirando a la naturaleza como nuestra gran aliada, de la cual formamos parte indisoluble, parte del problema que tenemos ahora se hubiera evitado o al menos minimizado.
Las maravillosas e imprescindibles abejas, también forman colonias, solo así pueden sobrevivir, con el fin último del bienestar de la colonia: trabajo individual con un objetivo común.
Las abejas llegan a vivir en espacios reducidos, con unas poblaciones que pueden alcanzar los 80 000 individuos por colmena, pero cuentan con un poderoso aliado para defenderse de los virus y otros patógenos que puedan infectarles, el propolis.
Propolis deriva del latín y se compone de dos elementos, pro (delante) y polis (ciudad).
Los que nos dedicamos a la apicultura sabemos que a la entrada de la colmena, en la piquera, las abejas depositan propóleos…
¿Será su alfombrilla desinfectante?…
Os animamos a hacer una pequeña reflexión y a compartirla con nosotros.